En esta noche lloran los perros,
desahogan tristeza, liberan tormentos.
Entonan alabanzas a una sola voz,
de vida y muerte, de hola y adiós.
Se levantan las sombras que surcan los cielos.
Buscando cuerpos próximos a entierro,
de almas que en vida fueron espinas sin rosa,
fueron cuerdas de instrumentos de música silenciosa.
Cuando los perros lloran no le lloran a la luna,
le lloran a las almas que en ella abundan.
Almas de personas cuyas vidas no apreciaron,
y que luego volverán como perros reencarnados.
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