Abre los ojos y dime que ves.
Cuéntame la historia del niño aquel
que sollozo y a mano estirada
limosnea para poder comer.
Ahora dime que lo que veo no es real,
que aquel hombre no golpea a esa mujer,
que esa mujer no maltrata a su hijo,
que su hijo no yace ahorcado en la pared.
Abres los ojos y simulas una sonrisa,
hablas de vanidades y finges nada ver,
que el tiempo a tu espalda no avanza,
que tu reflejo se estampa con miel.
Mejor cierra tus ojos y vuélvete a dormir
ya que la realidad no despereza tu vivir,
y te aseguro que será el destino
el que algún día renegará de ti.
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