
Dulce dolor el que me acongoja desde lo más inconsciente de
mis entrañas... lamento del que se autoflagela la mente con clavos tomados de
la felicidad ajena...
Ya no sufro... aprovecho... gracias a las herramientas que
me entregas, logro extraer algo de humanidad de esta fría coraza.
Golpea más fuerte, pero dame un instante de esperanza que me
eleve para que el siguiente golpe duela mucho más, y así lograr entenderme al
observar las vísceras que llevo por dentro y la sangre que refleja mi eterno
destino.
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